Por: Editores de Talking Nutrition
Los primeros 1.000 días de vida son un periodo crítico y vulnerable del desarrollo humano. Durante este tiempo, una nutrición adecuada es necesaria para sentar las bases de la salud a largo plazo.4 Los micronutrientes, que se refieren a los oligoelementos y las vitaminas, desempeñan papeles estructurales y funcionales críticos en todo el cuerpo. Dado que la primera infancia es un período de intenso desarrollo físico y mental, las deficiencias de micronutrientes en las primeras etapas de la vida pueden perjudicar significativamente el potencial del niño a largo plazo.5 La mala nutrición durante el desarrollo temprano no sólo aumenta el riesgo de que el niño enferme, sino que también se ha informado de que aumenta el riesgo y la susceptibilidad de desarrollar condiciones médicas significativas como raquitismo, anemia, enfermedad coronaria, diabetes tipo 2, cáncer y osteoporosis.1,3,5,6
Según el Dr. Van Dael, además de los problemas de salud visibles, las carencias de nutrientes en las primeras etapas de la vida también suponen un riesgo para los lactantes y los niños de sufrir una serie de deficiencias en el desarrollo y otros problemas de salud subclínicos que no son fácilmente visibles. En concreto, las carencias de micronutrientes pueden perjudicar el desarrollo físico, reducir la función cognitiva y disminuir la inmunidad.5 Otras manifestaciones de la carencia de nutrientes en los lactantes y niños pequeños son el crecimiento inadecuad o la pérdida de peso, los bajos niveles de energía y los cambios de humor y comportamiento.7 Estas situaciones también pueden dar lugar a malos resultados educativos y cognitivos.1,8
Las deficiencias nutricionales durante la infancia y la niñez temprana son una preocupación mundial. A nivel mundial, el 45% de las muertes de niños menores de cinco años están relacionadas con la desnutrición.3 Además, casi un tercio de la población mundial está afectada por una o más carencias de micronutrientes.5
Los estudios han investigado el alcance y la importancia de las deficiencias nutricionales en los niños de todo el mundo. Un estudio evaluó el estado nutricional de los niños tailandeses de entre 6 meses y 12 años y descubrió que más del 50% tenía una ingesta baja de calcio, hierro, zinc, vitamina A y vitamina C.9
Otro estudio evaluó el riesgo alimentario de los niños pequeños de entre 12 y 36 meses en Irlanda y descubrió que muchos tenían carencias de nutrientes clave como hierro, zinc, vitamina D, riboflavina, niacina, folato, fósforo, potasio, caroteno, retinol y fibra dietética.10 Un estudio reciente realizado en EE.UU. examinó la ingesta de alimentos y bebidas de niños de uno a seis años de edad y descubrió una ingesta insuficiente de hierro, vitamina B6, calcio, fibra, colina, potasio y ácido docosahexaenoico (DHA).2
El Dr. Van Dael explica que, aunque las deficiencias nutricionales específicas pueden variar de un país a otro, las deficiencias nutricionales en los niños pequeños son motivo de preocupación en la mayoría de las regiones del mundo. Las carencias de hierro, vitamina A y zinc se encuentran entre las más comunes a nivel mundial, especialmente en los niños pequeños.8,11,12
A continuación se destaca la importancia de estas carencias específicas.
El cuerpo necesita hierro -un mineral- para el crecimiento y el desarrollo, así como para la síntesis de los glóbulos rojos que transportan el oxígeno por el cuerpo. El nivel de hierro es muy importante en el desarrollo inicial, dado su papel en el metabolismo energético y en el desarrollo del sistema nervioso.13 Un nivel adecuado de hierro en la primera infancia es fundamental para el desarrollo y el funcionamiento de los órganos, especialmente para el cerebro y el sistema inmunitario.14
Las consecuencias de la carencia de hierro son especialmente graves en la infancia, debido a las exigencias del crecimiento y el desarrollo. Los bebés que sufren una carencia de hierro en las primeras etapas de su vida corren un alto riesgo de sufrir retrasos en el desarrollo y déficits cognitivos, que pueden persistir durante toda la vida adulta.15,16 Se ha demostrado que las deficiencias cognitivas asociadas a la carencia de hierro dificultan el comportamiento del niño, su éxito educativo y, en última instancia, su futuro potencial económico.17 Una causa común de la carencia de hierro en los niños es la insuficiencia de hierro en la dieta, combinada con las pérdidas gastrointestinales debidas al consumo excesivo de leche de vaca.18
La deficiencia de hierro también contribuye a la carga mundial de anemia.11 A pesar de los esfuerzos mundiales para reducir la anemia por deficiencia de hierro, la prevalencia de la anemia sigue siendo alta en muchas regiones.19 Un informe de 2008 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que aproximadamente el 47% de los niños en edad pre-escolar estaban en riesgo de anemia por deficiencia de hierro.11
Estos descubrimientos tienen una relevancia única, dado el papel del hierro en el apoyo a nuestro sistema inmunológico. Un estudio realizado en 2020 por Stoffel et al. demostró que la deficiencia de hierro en los bebés provocaba una menor respuesta a las vacunas contra la difteria, la tos ferina y el neumococo.20 Los bebés con anemia por deficiencia de hierro experimentaron una mejor respuesta a la vacuna contra el sarampión cuando se les administró un suplemento de hierro en el momento de la vacunación.20
La vitamina A es una vitamina liposoluble que interviene en la visión, la producción de glóbulos rojos y la función inmunológica. También es necesaria para la formación y el mantenimiento normales del corazón, los pulmones, los riñones y otros órganos.21 La vitamina A es un nutriente esencial para el sistema inmunológico del cuerpo y la visión.22,23 Los períodos prolongados de ingesta inadecuada de vitamina A durante la primera infancia pueden provocar ceguera nocturna, anemia y una menor resistencia a las infecciones.23
Los lactantes y los niños pequeños son los que corren mayor riesgo de sufrir las consecuencias para la salud asociadas a la carencia de vitamina A.23 Según un informe mundial de la OMS de 2009, un tercio de todos los niños en edad pre-escolar tenían carencia de vitamina A entre 1995 y 2005.23
El zinc desempeña un papel importante en el crecimiento, la cicatrización de heridas y la inmunidad. Estas funciones incluyen el metabolismo de los hidratos de carbono y las grasas, el apoyo inmunológico, la capacidad del gusto y la cognición.24 Se sabe que el retraso del crecimiento se produce en los bebés y los niños que padecen de una deficiencia grave de zinc.25 La deficiencia de zinc puede provocar alopecia, disgeusia (reducción del sentido del gusto), reducción de la competencia inmunológica y deterioro de la cicatrización de las heridas.25
Se ha comprobado que la administración de suplementos a lactantes y niños es eficaz para promover el crecimiento. Un análisis de múltiples ensayos clínicos demostró que la administración de suplementos de zinc mejoraba tanto el aumento de peso como el crecimiento lineal de los niños, especialmente en los mayores de dos años26.
El Dr. Van Dael describe algunos de los principales componentes que intervienen en el tratamiento de las carencias de nutrientes. Entre ellos se encuentran: 1) la identificación de los nutrientes clave y la viabilidad de la suplementación, 2) el examen de la calidad y la biodisponibilidad de los nutrientes, 3) la búsqueda de la orientación de expertos y el empleo de la orientación de las organizaciones de la ciencia de la nutrición, como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Academia de Nutrición Temprana (ENA - por sus siglas en inglés) y, por último, 4) el impulso de las normas reglamentarias.
Como explica el Dr. Van Dael, los datos científicos se utilizan para establecer los requisitos de nutrientes, que son las ingestas de nutrientes necesarias para que el organismo funcione correctamente. Las autoridades nacionales e institutos, como el Instituto de Medicina (IOM), la EFSA y la OMS, utilizan estos requisitos de nutrientes para establecer recomendaciones dietéticas para la población en general, con valores de nutrientes clasificados por grupos de edad.
Las normas reguladoras también desempeñan un papel fundamental para ayudar a tratar las deficiencias de nutrientes, ya que proporcionan criterios a toda la industria para ofrecer productos seguros y de alta calidad para los consumidores. Como afirma el Dr. Van Dael, estas directrices informan sobre los niveles de nutrientes seguros y definen la información del etiquetado de los productos para ayudar a educar al consumidor.
El Codex Alimentarius es un ejemplo de autoridad internacional de expertos establecida por la FAO y la OMS con el fin de desarrollar y aprobar reglamentos internacionales que ayuden a apoyar los esfuerzos mundiales en materia de nutrición y salud. El Dr. Van Dael explica que "el Codex Alimentarius ofrece un foro para colaborar entre las principales partes interesadas y desarrollar normas nutricionales seguras y adecuadas que ayuden a cumplir los objetivos nutricionales que las autoridades sanitarias han definido para mejorar la salud y la nutrición durante la infancia."
Un ejemplo del papel que pueden desempeñar la orientación de los expertos y las normas reguladoras para ayudar a mejorar la ingesta de nutrientes se refiere a las fórmulas para niños pequeños, también conocidas como leches de crecimiento (GUM, por sus siglas en inglés).
Según un informe de la EFSA de 2013, la ingesta dietética de ácido alfa linoleico (ALA), DHA, hierro, vitamina D y yodo era baja en los lactantes y niños que viven en Europa.27 Asimismo, un estudio realizado en Francia descubrió que el consumo de leche de vaca en niños de uno a dos años provocaba insuficiencias de ALA, hierro, vitamina C y vitamina D.28 En este estudio, se observó que el uso de fórmulas lácteas específicamente formuladas para niños de 1 a 3 años reducía significativamente el riesgo de estas insuficiencias.
Además, un estudio realizado en el Reino Unido descubrió que el consumo de leche de fórmula para niños pequeños y la administración de suplementos era una forma más eficaz de satisfacer las necesidades de nutrientes establecidas, en comparación con la aplicación de cambios en la cantidad o la variedad de la ingesta de alimentos29. A raíz de estudios como estos, varios paneles de expertos han proporcionado orientación para la composición de esas fórmulas, mezclando evidencias de ensayos clínicos con la experiencia científica para aportar una orientación útil a los reguladores y fabricantes que proyectan productos para abordar las preocupaciones sobre los nutrientes.30-32
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17 febrero 2022
5 min lectura
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